Escribir es terapia

Por: Gabriel Ramos

Escribir tiene muchos beneficios, entre otros podemos encontrar que obliga a verbalizar lo que nos ocurre, tanto de manera externa como en nuestro interior. El poner por escrito y en palabras lo que nos ocurre o lo que imaginamos lo cosifica, lo hace real, le da un orden y lo delimita. Cuando plasmamos estos pensamientos abstractos y los bajamos al papel, quedan enmarcados, nos liberan, por lo que nos sentimos menos prisioneros de nuestros propios pensamientos. El escribir nos permite tomar distancia de nuestros pensamientos cuando los ordenamos y organizamos, al mismo tiempo esto nos ayuda a reflexionar y a tratar de encontrar solución a los problemas que se nos presentan.

    La escritura terapéutica nos brinda la posibilidad de acceder a nuestro natural potencial creativo así como a descubrir nuestras emociones y pautas de pensamiento inconscientes. Con lo anterior se contribuye a reducir el estrés mental, reforzar la autoestima e incluso a fortalecer el sistema inmunológico. En definitiva, se pueden conseguir beneficios tanto a nivel psicológico como a nivel físico en general.

 

    Se pueden diferenciar tres procesos en la realización de esta terapia.

  1. El primero o de pre-escritura, mediante el cual el terapeuta asesora al receptor de la terapia para encontrar los medios y las formas de desarrollar su trabajo de escritura
  2. Es el proceso de escritura en sí mismo, el cual configura la catarsis de la terapia, donde el receptor de la terapia libera sus emociones y pensamientos en el papel
  3. El proceso o de lectura, que consiste en analizar e interpretar lo escrito.

En los tres procesos mencionados tienen lugar actividades terapéuticas como el ordenamiento, la identificación, el reconocimiento y la regulación de emociones, sentimientos y pensamientos. Encontramos funciones relacionadas con la reflexión y autorregulación emocional que nos permiten, como testigos, observar nuestros propios miedos, obsesiones, fobias, traumas, prejuicios, valores, etc.

Escribir experiencias traumáticas, un diario personal de auto-exploración, nuestros sueños, poemas, relatos, una carta imaginaria a un amor del pasado o la simple escritura automática e instintiva nos pueden ayudar a saber más de nosotros mismos, a cambiar patrones de pensamientos, a transformar lo negativo en positivo, a realizar nuestra creatividad e imaginación dando forma a la experiencia, entregando, en resumen, sentido ético y estético a nuestra vida.

    Desbloqueo emocional: Al igual que en el acto de hablar cuando escribimos realizamos un ejercicio cuya dirección camina desde dentro hacia fuera. De esta manera liberamos lo que llevamos dentro, efectuamos un desbloqueo emocional muy intenso ya que nos adentramos en regiones de la mente que necesitaban un lenguaje para ser manifestadas y, por consiguiente, reconocidas. Al hacer consciente lo inconsciente logramos sanarnos, lo que antes era un miedo irracional o una acción neurótica y compulsiva puede convertirse en un hecho cuyas causas quedan desveladas y así accedemos a comprender el origen latente del bloqueo.

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Imagen de Pixabay

    ALGUNOS EJEMPLOS DE ESCRITORES QUE A TRAVÉS DE LA ESCRITURA RESOLVIERON PADECIMIENTOS Y SITUACIONES TRAUMÁTICAS:

    Jorge Luis Borges, escritor argentino, escribió su magistral relato, “Funes el memorioso” como consecuencia de un problema de insomnio. Borges confesó que –tras escribir ese texto- se liberó del insomnio. Utilizó la escritura como una vía de auto-terapia mediante la cual logró dar salida a las causas que producían su trastorno del sueño.

    Isabel Allende, la escritora chilena cuenta que su novela “Paula” le ayudó de manera significativa ante el dolor que le causó la enfermedad terminal de su hija. Dice que escribir esa novela le salvó la vida. También expresó que frente a la muerte de su hija, lo único que le permitió no hundirse en la depresión y la tristeza fue escribir lo que le sucedía en ese momento y hablar de su vida, de su hija y de todos los dolores y emociones que vivía durante esa terrible experiencia.

    Dorothy Allison, escritora estadounidense cuyos textos se basan en temas como abuso sexual, abuso infantil, acoso escolar, feminismo y lesbianismo, describe cómo su texto «Bastardo fuera de Carolina» (Bastard out of Carolina) expresa su necesidad de contar su historia de cómo ella fue abusada a los cinco años por su padrastro.

    Junot Díaz, escritor dominicano y estadounidense, ganador del premio Pulitzer y autor de «Drown», señala que escribir le permitió volcar en ella las pérdidas que vivió a causa del colonialismo, la emigración y la pobreza y el dolor por la enfermedad de su hermano.

    Jay Neugeboren, autor estadounidense en «Imagining Robert: my Brother, Madness and Survival» relata cómo la escritura lo ayudó a entender sus sentimientos en relación a la enfermedad mental de su hermano.

    James Ellroy, escritor estadounidense, autor de las novelas en las que se basan los éxitos cinematográficos L.A. Confidential y La Dalia Negra en «My Dark Places: an L. A. Crime Memoir», dice que él se convirtió en escritor debido al asesinato de su madre.

    Kenzaburo Oe, escritor japonés. Es el segundo japonés ganador del premio Nobel de literatura, en 1994. Fue profesor visitante de El Colegio de México de marzo a julio de 1976. En la novela «A Healing Family», escribe a partir de la situación traumática vivida por su familia: el nacimiento de su hijo Hikari con discapacidad.

    Alice Walker, escritora afroamericana y ganadora del premio Pullitzer, deviene escritora a partir de sus profundas depresiones producidas por la ceguera parcial que su hermano padece a causa de un accidente del cual sus padres la hacen culpable.

    Janet Frame, quién fue una novelista, escritora de cuentos y poeta neozelandesa,  tuvo una infancia con violencia por parte de su padre, sufrió la muerte por ahogo de dos hermanas, y estuvo mal diagnosticada con esquizofrenia en Nueva Zelandia. Este diagnóstico la llevó a estar ocho años internada y recibir más de doscientos tratamientos de electroshock. Continuamente escribía y un día mandó su trabajo a un editor; este hecho le permitió salvarse de ser sometida a una lobotomía ya que logra ganar el primer premio.

    Imre Kertész, escritor húngaro. Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en el año 2002 y sobreviviente de los campos nazis, dice ante la pregunta ¿Qué soy yo?, que sólo encuentra una respuesta […] no poseo otra identidad que el escribir.

También los poetas Joan Margarit, Antonio Machado, José Ángel Valente, Jorge Manrique,… utilizaron la escritura para salvarse a sí mismos de su propio sufrimiento ante la muerte de un ser querido. En definitiva, experiencias traumáticas y padecimientos que son enfrentados en el papel, comprendidos, liberados.

    Una liberación: La escritura expresiva no sólo ayuda a los pacientes de algunas dolencias graves, sino que beneficia a personas con traumas psicológicos. Las palabras escritas permiten comunicarnos con los demás y también con nosotros mismos. Esta práctica alivia de alguna manera los dolores del cuerpo y cierra las cicatrices del alma.

 

 

Redescubriendo a Tarzán

Por: Victor J. Rodríguezta1edh4

El disfrute da la película que este verano devolvió al hombre-mono a la actualidad, ‘La leyenda de Tarzán‘, hizo nacer en mí un enorme interés acerca del personaje creado por Edgar Rice Burroughs en 1912. Es por ello que me decidí a leer la primera de las 27 novelas del personaje. También he decidido leer algunas de sus historias de cómic, pero aún no he tenido ninguno en mis manos.

Y a continuación citaré contenidos del argumento que pueden fastidiar a quienes estén pensando en leerla próximamente.

6a00d8341d6d8d53ef01538f63ed09970bEn estos 104 años desde que se publicó ‘Tarzan of the Apes’ se ha escrito mucho acerca de este libro, por lo que no voy a descubrir al mundo gran cosa…pero para los que no la hayáis leído os diré que es una obra muy interesante. Contiene una importante carga sociológica, aventuras, romance y una radiografía de cómo era el conocimiento de la época acerca de los simios y la visión de los indígenas africanos. Hay que leerla olvidando todo lo que uno sepa acerca del rey de la jungla. Para mi sorpresa, no aparece, al menos en esta primera historia, la célebre llamada, no salta de árbol en árbol con lianas, lo hace de rama en rama, y no viste taparrabos hasta bien avanzada la historia, sino que va desnudo hasta que le quita sus ropas a un indígena después de observar a su tribu y matarle. Además, no se queda con su amada Jane, de momento.

Pero lo que más me ha gustado descubrir es la tremenda fuerza y agilidad que desarrolla Tarzán (que significa piel blanca en el idioma de los simios de su tribu) al vivir con enormes gorilas. Crece como un cachorro débil, menos ágil y con escasa velocidad que sus compañeros de juegos. Sin embargo, desarrolla su intelecto más hábilmente que los simios y, al llegar a la madurez, es casi tan fuerte como ellos, siendo más que cualquier humano corriente. Además, desarrolla una enorme destreza con el cuchillo, un trozo de cuerda y el arco (que roba a los indígenas) a la hora de matar a otros animales y humanos.

Y es que Tarzán demuestra tener un gran amor por la jungla, un conocimiento exhaustivo del comportamiento de todas las especies de animales que habitan en ella y un salvajismo brutal, aspectos que dan un trasfondo muy poderoso al personaje. Avanzada la novela empieza a matar indiscriminadamente a miembros de una tribu indígena que se instala en el territorio de su tribu, a raíz de que el hijo del jefe mate a su madre adoptiva. A partir de ahí, observa y atemoriza a sus habitantes, convirtiéndose en un espíritu malvado para ellos. También mata a cualquier bestia que se cruza en su camino, como leones y gorilas de su propia tribu, si la situación lo requiere. Es, pues, un rey de la jungla que se impone con la sangre.

f281171b39724a29617c72a34cde4d98Un aspecto que me ha sorprendido ha sido ver cómo aprende a leer. Observa libros de ilustraciones que encuentra en la cabaña de sus padres y comprende que las líneas que hay bajo los dibujos, “con formas de bichos” indican el nombre de esa imagen. Más adelante comprueba que algunas líneas se van repitiendo debajo de otras imágenes. De ahí pasa, con mucho tiempo y paciencia, a aprender a leer inglés sin problemas, pero no a hablarlo, porque no tiene a nadie con quien conversar. Un método que creo que el mundo de la enseñanza habrá puesto en dudas desde el año de publicación del libro.

Otro dato curioso es que el autor, el señor Burroughs, incluía en las rutinas de los gorilas la caza de animales para su subsistencia. Los gorilas son vegetarianos, como mucho pueden comer algunos insectos, pero no cazan a otros animales. Me imagino que en 1912 no se conocía tanto acerca de la dieta de estos simios. O el propio Burroughs no lo sabía.

Tengo que reservar el final para hablar del trato a los indígenas y a la mujer. Hay que entender que en el momento de la publicación no había terminado la época colonial. Las potencias mundiales aún pensaban que los negros eran inferiores a los blancos y que África debía ser controlada. Igual que pasa con ‘Tintín en el Congo’ y ‘Tintín en América’, la novela está llena de una falta de respeto hacia las tribus africanas. El propio Tarzán llega a decir, cuando marcha hacia el mundo civilizado en busca de Jane, que matará a cualquier negro que se ponga en su camino “porque son negros”.  Sobre Jane, no solo es una damisela en apuros, sino que es comprada, literalmente, por un millonario para saldar una deuda económica de su padre. No voy a tachar la novela de racista, ni sexista, sino como una obra de su tiempo.

Independientemente de estos detalles, la recomiendo a todo el que esté interesado en saber el origen real de un personaje icónico en la cultura popular y, de paso, disfrutar de un puñado de aventuras y capítulos entrañables.

 

Imágenes extraídas del blog del autor.

Bukowski hablando de sí mismo

Por: Víctor J. Rodríguez

En ‘Septuagenarian Stew: Stories & Poems’ (libro de relatos publicado en España como ‘Hijo de Satanás‘, incomprensiblemente) Charles Bukowski realiza dos interesantes ejercicios de metaliteratura que todo escritor y aspirante debería estudiar. En la Escuela de Escritores de Zaragoza aprendí que éste es un autor con un estilo tan personal, crudo y extremo que merece ser tenido en cuenta por todos aquellos que quieran ser escritores con un amplio horizonte de posibilidades creativas.

El realismo sucio de Bukowski choca de lleno con las miradas positivas y extremadamente optimistas, contrasta con quienes piensan que siempre debe haber un final feliz. Su temática era realista, por dura que fuese. Mostraba la otra cara del american way of life, la de los que viven abandonados por la buena suerte. Pero en algunas de sus historias también introducía elementos de humor negro y metaliteratura.bukowski

Entre sus novelas y cuentos hay muchas referencias inspiradas por experiencias autobiográficas y, como bien es sabido por todos los que lo hayan leído alguna vez, creó un alter ego llamado Henry Chinaski, que aparecía habitualmente en sus libros (personalmente, la novela Factotum, protagonizada por él, es la más redonda).

En ‘Septuagenarian Stew: Stories & Poems‘, uno de sus libros de relatos, hay varias historias interesantes protagonizadas por escritores, pero voy a destacar dos en especial: Los escritores y Lo suficientemente loco.

En el primero, dos escritores sin mucho éxito, Harold y Nelson, se encuentran en casa del segundo y critican ferozmente a un tercero, respetado y admirado por público y crítica, llamado Follawski. Le llaman hijo de puta, dicen de él que “no sabe escribir, no tiene vocabulario ni estilo” y que solo sabe “vomitar y follar y putear”, que ha tenido suerte y lo definen como “un perro que hubiera logrado cruzar sin mirar una autopista congestionada sin ser atropellado”. Además, cuentan anécdotas sobre él y en ninguna sale bien parado, mientras lamentan que ellos no hayan tenido su mismo éxito. El relato termina con Follaski sentado en su máquina de escribir, borracho, escribiendo sobre dos escritores que había conocido.513lrqwYWhL._SX329_BO1,204,203,200_

Resulta muy interesante, pues no solo hace un juego de palabras con su nombre (podemos pensar que en la versión original Follawski es Fukowski) sin que también con lo que otros decían de él, además de describir el momento en que creaba el relato. ¿Cuánto habrá de verdad? Podemos pensar que a lo largo de su carrera tuvo que enfrentarse a este tipo de críticas por su estilo literario.

En Lo suficientemente loco un autor, el célebre Chinaski, explica cómo una película titulada ‘Canciones del suicida‘ adapta una de sus novelas, dirigida por un cineasta italiano y protagonizada por dos actores de la misma nacionalidad, llamados Ben Garabaldi, que haría de él, y Eva Mutton, que sería su mujer. Durante el relato cuenta detalles como el dinero que recibió por los derechos, relaciones con miembros de la producción, opiniones de los actores y cómo es para él el día del estreno. No le gusta nada la trama ni la interpretación de los actores. De Garabaldi dice que se olvida de actuar y critica que no se emborrache. Sobre su aspecto dice que le gustan sus ojos, “pero era demasiado agradable. Un macho guapo, pero pagado de sí mismo, sin rastro de insensatez”. Y de Mutton, que apenas la conocía, pero “me habían dicho que era un bocado dulce y sensual y que todos los italianos soñaban con tirársela”.

Lo curioso viene a continuación. En 1981 una película italiana, ‘Storie di ordinaria follia’  (‘Ordinaria locura‘) adaptó unos relatos de Bukowski. Los protagonistas fueron Ben Gazzara y Ornella Muti, quienes encajan bastante bien con la descripción que hace de ellos. Además, describe una escena final en la que él se abraza a las piernas de ella en la playa, en un amanecer, hablando sobre sentimientos y recitando una poesía. Una escena muy similar aparece en la película.

Está claro que en este relato Bukowski habla de su experiencia con esta película. Según puede leerse, no acabó nada contento con el resultado. De hecho, cuenta que durante el estreno no paró de criticar en voz alta lo que veía. Siendo protagonizado por Chinaski, podemos pensar (o desear) que mucho de lo que cuenta es verdad.

Mi parte favorita del relato es una en la que cuenta que, aun siendo el autor de la novela que adapta la película, no se entera del estreno hasta que se lo cuentan terceras personas, no los productores. Y reflexiona sobre lo que es un escritor, pasando a decir lo siguiente:

“¿Qué es un escritor? Un escritor es como una puta. Utilizas a una puta y luego has terminado con ella.

Creen que si los escritores sufren serán mucho mejores. Eso es pura mierda. El sufrimiento es exactamente igual que cualquier cosa: si te dan demasiado, al cabo de un tiempo puedes hundirte. Es el intento de escapar del sufrimiento lo que crea grandesescritores: te sientes tan bien que haces que los lectores se sientan bien”.

Charles Bukoski en estado puro.

La falta de oportunidades del Quijote

Por: Victor J. Rodríguez

He empezado a leer el Quijote. ‘El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha’, que es como se llama el primer libro. Poca gente sabe que el segundo es ‘El Ingenioso Caballero Don Quijote de La Mancha’. Es un detalle pequeño, casi nimio, pero eficaz a la hora de demostrar que todo el mundo conoce el personaje, la fama, el capítulo de los molinos de viento y algunos detalles, pero son pocos los que conocen la obra de verdad. ¿Por qué? Pues porque no interesa tanto como debería. O no motiva. Me explico.

El año pasado el CIS publicó un barómetro muy revelador acerca de este asunto, quepodéis leer aquí.

Con motivo del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra se ha hablado mucho de la obra, en los medios de comunicación, en las escuelas, en la calle, en las Instituciones y en espacios literarios. He tenido muchas tertulias y charlas con gente que se considera lectora, amante de la literatura, y no son muchos los que reconocen haberlo leído entero. Yo mismo no lo he empezado hasta hace bien poco, a mis 30 años. Mi excusa es que hasta ahora había antepuesto otras prioridades literarias, pero ahora he encontrado la motivación para leerlo. Esa es la clave.

Se dice tradicionalmente que es una obra muy extensa. Entre los dos los libros, según las ediciones, pueden superar las 900 páginas con letra pequeña. Pero, ¿acaso es eso realmente un escollo? ¿Lo es, en la época en la que triunfan las sagas literarias, las trilogías, tetralogías y hasta heptalogías o más? El que quiere leer, lee. Y no le importa la extensión. ¿Cuánta gente ha leído ‘Los Pilares de la Tierra’? Mucha, es una auténtico éxito de ventas, a pesar de sus 1300 páginas…y es solo un ejemplo. La trilogía de ’50 sombras de Grey’ suma más de 1600…

Se dice también que pertenece a una época antigua…eso son excusas baratas. Sobretodo para los fans de la fantasía, las novelas históricas, no solo no tienen problema alguno con la extensión, sino que las épocas antiguas son su fetiche. Pero no quiero señalarlos a ellos únicamente. Cada uno tiene sus intereses y preferencias, pero todos los que se consideran amantes de la literatura deberían traspasar las barreras temáticas a la hora de apreciar y leer una obra. En España han triunfado en las últimas décadas la saga del Capitán Alatriste, ‘La Catedral del Mar’ y las obras de Julia Navarro, leídas por gente que no solo lee novelas históricas.

La dificultad del lenguaje puede ser una verdadera traba, pero asusta más a priori, pues durante la lectura no cuesta tanto de entender, aunque recomiendo leerlo con un diccionario cerca y, sobre todo, hacerlo con una lectura reposada. No es un libro para leer en el autobús, en una sala de espera o en un parque, sino más bien un libro de estudio, en mi opinión. Hay que entender que Cervantes vivió en el siglo XVI y principios del XVII, obviamente el lenguaje que usaba no es el mismo que tenemos ahora y muchas expresiones han cambiado. Pero ese mismo hecho es lo que hace especial la lectura de la obra, pues conoces muchos aspectos que muestran la evolución del castellano que resultan interesantes. Ese otro castellano hace más musical y especial la narración y aporta matices interesantes. Claro que, tantos matices echan para atrás a muchos potenciales lectores.

Personalmente he disfrutado hasta ahora conociendo expresiones que usaba Cervantes y observando evoluciones de algunas palabras. Por ejemplo, usaba la palabra “fermosura”, en lugar de “hermosura”, “della” por “de ella”, “decía mucho bien…”, “se dio cata de ello” por “se dio cuenta…” y un sin fin de ejemplos. También me ha sorprendido ver que usaba palabras que aún se usan coloquialmente en países de Latinoamérica, como “plática”, término para referirse a una conversación, muy usado en México. Y “machucar”, en lugar de “machacar”, que se dice en Cuba, por ejemplo. Además, en algunos momentos he encontrado que no cambiaba la o por u en enumeraciones (escribía frases del tipo “uno o otro…” por ejemplo), cosas de la época que ahora la ignorancia gramatical de la sociedad está recuperando, para daño visual de muchos.

En definitiva, no habrá mucha gente en España que reniegue de la importancia de las aventuras (o más bien dicho, desventuras) de Don Quijote y Sancho Panza, pero son pocos los que se animan a leerlo. Tal vez se ha saturado mucho en los colegios la grandiosidad del libro en lugar de fomentar su lectura, tal vez a la sociedad española no le interesa tanto la temática como se cree que debería. ¿Quién sabe? No voy a alabar las virtudes de la novela, pues ya se ha dicho todo sobre ella, pero sí que lamento que aún habiéndose escrito tanto sobre ella no todo el mundo decida darle una oportunidad, hacer ese esfuerzo (que realmente no es tanto) para sentarse y disfrutar con una de las mejores obras de la literatura universal, que a veces, como tantas pasa, está más valorada allende nuestras fronteras que dentro dellas.

Y para aportar mi granito de arena fomentando su lectura, dejo aquí un enlace para poder acceder a un pdf del primer libro. Más fácil imposible.

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Reivindicación de Jack Kerouac

Por: Carlos Ortega Pardo

Jack Kerouac - Imagen de Google

Jack Kerouac – Imagen de Google

En trabajo anterior, de hará varios meses ya y consagrado a la Beat Generation, amenazaba con el deseo de, a su debido tiempo, dedicar una semblanza a su figura más icónica: Jack Kerouac. Pues bien, ahora que Hapi Books, editorial un poco —o no tan poco— new age, publica Despierta, aproximación de Kerouac—imagino, eso sí, que muy particular—a la biografía de Buda, parece un buen momento para ello.
De antemano permítanme confesarles lo arduo que se me hace escribir con —dejémoslo en tentativa de— cierta ecuanimidad acerca de alguien por quien, en su día, sintiera enfebrecida, casi enfermiza admiración. A ello se suma, además, el consabido riesgo de erudición excesiva, que pudiera engrosar el texto hasta mucho más allá de los límites de lo razonable.
Con todo, espero solamente no abochornarme ni aburrirles. Ni, por cierto, seguir irritándoles con reiteradas muestras de falsa humildad como ésta en la que llevo ya bastantes líneas incurriendo. Para qué negarlo, vaya, que aspiro, como siempre, a entregar un buen artículo. El mejor posible, de hecho.
A tal fin dejaré de lado la fluctuante impresión que, a lo largo de aproximadamente una década, me causó la lectura sucesiva de sus obras y que ya detallé en el documento citado al comienzo. En cambio, y por arrogante que pueda sonarles —de nuevo la falsa humildad, mis disculpas una vez más—, voy a procurar centrarme en el hombre tras el escritor/personaje —pues, si no del todo protagonista en sus historias de marcado cariz autobiográfico, sí testigo privilegiado de las mismas—. En los condicionantes personales que hubo de afrontar su construcción como fenómeno cultural y que, en parte al menos, coadyuvaron a una decadencia física tan prematura como previsible, hasta su muerte, siempre temprana, a la edad de 47 años.
Lo primero que llama la atención de Kerouac es que, aun nacido en Lowell, Massachusetts, fue en el seno de una familia francocanadiense, de modo que su lengua materna no era el inglés sino el francés, muy alejada, tanto en lo fonético como en lo morfológico, de aquélla. En palabras de Javier Marías que suscribo de la primera a la última sílaba, el inglés es una lengua endiablada, y lo sabemos quienes llevamos toda la vida manejándonos con ella, siempre de manera imperfecta. Lo cual no hace sino multiplicar el mérito de un autor capaz de colorearla con tonalidades inauditas, dotándola de una elástica musicalidad bebop en la que no hay crítico, estudioso o simple devoto que no coincidan. Vean, si no, la entrevista que en 1959 le hiciera el showman Steve Allen y, en concreto, el pasaje de la misma en que Kerouac lee en voz alta un fragmento de On the Road. No tiene pérdida, está en Youtube. Ni que decir tiene que tampoco precio, un impagable tesoro audiovisual.
Por otra parte, el Kerouac de dicha entrevista es un hombre todavía joven, no exento de atractivo y en la cima de su carrera. Sin embargo, lo vemos desenvolverse con extrema timidez, reflejo de una personalidad muy frágil, a la que sólo consigue sobreponerse echado en brazos de una embriaguez sempiterna que acabará llevándoselo a la tumba en diez años apenas. De todos conocida es la aversión de Kerouac a la fama y, por ende, a las intervenciones en el por entonces aún novedoso medio televisivo. El par de lingotazos que había de meterse entre pecho y espalda para infundirse valor no tardó en tornarse hábito cada vez más insalubre, hasta llegar al humillante deterioro que evidencian apariciones posteriores. Por cierto que también en Youtube, para aquellos que gusten de los ídolos caídos.
Creo haber leído a algún comentarista, o prologuista, afirmar que la prosa de Kerouac recuerda a la verborrea atropellada del borrachín que insiste en contar una anécdota inacabable. Algo así. Sin ánimo de disentir más de lo necesario, el aserto me parece de un ventajismo miserable, además de intelectualmente pobre, pese a sus pretensiones de agudeza.
Kerouac era muchas cosas. Un alcohólico, por supuesto. Una especie de sociópata de perfil bajo que nunca logró salir de tras las faldas de su madre, quizá también. Pero igual de innegables resultan su honda sensibilidad y arrollador talento. Cierto que la deriva autodestructiva en que se zambulló llegado el reconocimiento afectó, y no poco, a la calidad de su obra posterior. No obstante, quien nos legara la celebérrima On the Road —posiblemente la Gran Novela Americana, ese grial literario, de la segunda mitad del siglo XX— y The Subterraneans, menos conocida aunque tan valiosa, si no más que la primera, bien merece el homenaje de quienes nos atrevimos a vivir para contarla —conste que no anida en mí un fan de García Márquez— movidos a ello por aquel santo loco. Voz de una generación, sí. Y de tantas más después.
¿Qué prometí ecuanimidad? Eso les pasa por fiarse.

El legado literario de Lemmy

Por: Víctor J. Rodríguez

cvr9781471112713_9781471112713_hrEl pasado 28 de diciembre el mundo del rock and roll se levantó con una triste noticia: el fallecimiento de Ian Fraser Kilmister a los 70 años recién cumplidos, conocido mundialmente como Lemmy, el líder de Motörhead, una de las bandas de rock más célebres e influyentes, con la que grabó 22 discos de estudio a lo largo de 40 años redondos. Un cáncer de corazón, diagnosticado apenas 48 horas antes de su defunción, se llevó la vida de uno de los músicos más carismáticos, queridos y respetados, no solo por rockeros, sino por heavies, punks y otros muchos amantes de otros estilos.

Desde este espacio queremos lanzar  un particular homenaje hablando de su autobiografía,  White Line Fever, publicada en 2002 pero traducida por primera vez al castellano a principios de 2015 gracias a Es Pop Ediciones.

Con ayuda de la periodista Janiss Garza Lemmy narró su vida con su estilo característico de ser, sin pelos en la lengua, directo y sin concesiones, tal y como fue su música, una extensión de su carácter. A lo largo de 320 páginas habla de su infancia junto a su madre y su abuela, de cómo su padre le abandonó antes de nacer y lo conoció de adolescente, de sus primeros amores, de su primer hijo al que nunca conoció, de su hijo Paul del que supo cuando éste tenía unos cuantos años y otros asuntos personales que le llevaron a interesarse por la música antes de entrar a desgranar su carrera con un sinfín de anécdotas personales y apuntes contextualizadores para entender cómo vivió el nacimiento del rock en el Reino Unido, su evolución, sus influencias y las primeras bandas de las que formó parte antes de fundar Motörhead en 1975.

Habla de su experiencia destacando su paso por The Rockin’Vickers y Hawkwind, que fue la formación que empezó a darle éxito, de cómo trabajó como roadie de Jimmy Hendrix en los años 60 y, cómo no, de su amor por la bebida y su experiencia con las drogas, denunciando el consumo de cocaína pero defendiendo el del speed sin sonrojarse ni presumir. No justifica ni anima al consumo, simplemente cuenta su experiencia y su punto de vista. Bien es sabido que Lemmy llevó el lema ‘sexo, drogas y rock & roll’ al máximo extremo, tal vez por ello no se escondió a la hora de mentarlas.

Se encuentran entre estas páginas un enorme glosario de nombres de bandas y músicos a los que admiró y conoció a lo largo de su vida, logrando hacer que su autobiografía haga las veces de historia de los orígenes del movimiento del rock, a nivel urbano y underground, en el Reino Unido, pues no solo nombra a las estrellas mundialmente conocidas, sino que cita una infinidad de bandas locales a las que reivindica con fraternidad.

Como no podía ser de otra manera, White Line Fever es también la autobiografía más fiel que aparecerá en las librerías sobre Motörhead. Lemmy detalla la creación de la banda y narra cómo conoció a todos los miembros que han sido sus compañeros en ella, narra el proceso de composición y grabación de todos los discos publicados hasta la fecha (al ser escrita en 2002, faltan seis por aparecer), cita sus canciones favoritas de cada uno, cuenta anécdotas, curiosidades y trabas surgidas durante las publicaciones y se despacha a gusto con todos los productores con los que tuvo la desgracia de trabajar, pues no tuvo buena suerte en sus relaciones con representantes y sellos discográficos durante gran parte de su carrera.

No encontramos nada acerca del glamour del rock ni extravagancias de estrella, a diferencia de lo que puede leerse en otras biografías. Lemmy no fue así, vivió su carrera musical con pasión, amor y auténtica dedicación, sin yates, hoteles de lujo ni limusinas. Se lo pasó bien, muy bien. Pero no es conocido solo por sus relaciones sexuales con miles de mujeres (que también), sino por haber sido un músico inagotable, que ha pasado más tiempo en la carretera que en su propia casa.

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Habla en varias ocasiones de la muerte y el reconocimiento póstumo de algunos compañeros de profesión a los que conoció y tuvo que despedir prematuramente. Afirma que nunca le gustó lo mucho que se engrandece a veces a los que viven rápido y mueren jóvenes, llegando a afirmar que le parecía una hipocresía comprar discos repentinamente de músicos fallecidos a quienes antes no se escuchaba. Y llega a decir que a más de uno (como a Randy Rhoads, guitarra de Ozzy Osbourne) se le ha engrandecido muerto hasta niveles de reconocimiento que no se le dio en vida, llegando a preguntarse qué se diría de él cuando muriera.

Este libro sirve de documento de la vida de un personaje icónico único. Sus fans, los fans del género y los curiosos amantes de la música disfrutarán con él. Pero desde Bookers lo recomendamos también a todos los que quieran conocer el trabajo y el amor por la música de un hombre humilde, que tuvo la suerte de vivir el génesis del rock, del punk y del heavy metal, de conocer y codearse con los mejores y llegar a inspirar a quienes luego ocuparon los puestos más altos.

Descansa en paz, Lemmy.

«El sexo dura media hora, como mucho, y un concierto una hora y media. Así que es fácil elegir».

Lemmy Kilmister

Llega al cine la película basada en los libros de ‘Pesadillas’

Por: Víctor J. Rodríguez

Este mes llega a los cines la película ‘Pesadillas’, una historia basada en la colección de libros del mismo nombre, publicados en los años 90 y escritos por R. L. Stine. Está protagonizada por Jack Black, encarnando al célebre autor, y unos jóvenes adolescentes, aunque no sean de 12 años, como en todos y cada uno de los títulos de ‘Pesadillas’. Por cierto, en Latinoamérica esta colección es conocida como ‘Escalofríos’, traducción directa del título original: ‘Goosebumps’.

R.L Stine

R.L Stine

Quien suscribe sintió un leve escalofrío acompañado por una sonrisa nostálgica al enterarse de que llegaba a la gran pantalla una adaptación del universo de Stine. Y es que la única época en la que los niños pusieron de moda leer en el colegio de un servidor fue gracias a estos libros, que eran vendidos junto con el Periódico de Aragón los domingos. Leer nunca fue tan popular entre los niños y niñas de mi clase y de las clases de cursos cercanos. Hasta los más matones y peores estudiantes disfrutaban con las escalofriantes historias que vivían los protagonistas de cada trama y se pavoneaban de no haber pasado miedo y de haber leído cada libro en tiempo récord.

Cartel de la película

Cartel de la película

Los libros de ‘Pesadillas’ son un conjunto de historias de temática terrorífica y sobrenatural dirigidas a un público juvenil. Todos tienen una clara estructura narrativa de comienzo, nudo y desenlace llevada al máximo exponente identificativo. Y todos están protagonizados en su mayoría por dos niños (siempre chico y chica y casi siempre hermanos) de 12 y 11 años de edad principalmente. Descubren un misterio que les atrae, después les sobrecoge, piden ayuda adulta sin respuesta alguna y terminan por solucionar el problema no sin antes vivir un auténtico calvario.

¡Qué estrategia más resultona! Dirán algunos. Pero no es tan fácil de llevar a cabo, pues Robert Lawrence Stine creó un catálogo de nada menos que 62 títulos en la serie original entre julio de 1992 y diciembre de 1997 (además de otra serie de librojuegos basados en la serie y otras series que continuaron con la colección), con historias que tocaban una infinidad de temas, como monstruos, fantasmas, casas poseídas, científicos peligrosos, criaturas sobrenaturales disfrazadas de humanos, extraterrestres, libros mágicos y un largo etc. En resumen, el estilo narrativo de Stine podía ser sencillo, pero su imaginación creó un buen número de historias originales y diferentes a pesar de estar narradas de forma similar y eso no está al alcance de muchos.

No es la primera vez que el mundo audiovisual adapta ‘Pesadillas’, ya que en 1995 se emitió una serie de televisión que también llegó a nuestro país. Narraba la historia de un libro diferente en cada uno de sus episodios. Tuvo cuatro temporadas y 74 episodios en total.

Hace poco leí algunos títulos de la colección de un amigo y he de decir que pese a que a los 30 no dan el miedo que dan a los 12, principalmente porque a uno ya no le sorprenden tras haber leído mucho y visto mucho cine de terror, igualmente pueden llegar a sobrecoger al lector si se deja sumergir por las palabras de Stine. Por cierto, a pesar de que los protagonistas acostumbran a salir bien parados, no siempre el final de las historias de ‘Pesadillas’ está exento de un giro que lo hace infeliz, consiguiendo dejar al lector con los ojos como platos.

Los hombres heterosexuales las prefieren rubias, pero a las mujeres hetero y a los gais les gustan de dos en dos

Por: Rosa Blas Traisac

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No hay nada más rentable en una pantalla de cine o de televisión que poner una pareja de hombres que tengan que afrontar un conflicto o elaborar una misión. Pueden ser policías, ladrones, amigos, hermanos… La rentabilidad y efectividad de la pareja se dispara convirtiéndose en oro puro cuando está integrada por un hombre rubio y otro moreno. La historia es clara y reiterativa: empiezas interesada en uno de ellos pero, nos sabes cómo, acabas despertándote en los brazos del otro,  y sin darte cuenta,  te vuelves a encontrar con el primero, pero añoras al otro y vuelta a empezar. Es un vaivén dulce y pausado como un columpio en un parque: rubio, moreno, rubio, moreno, rubio, moreno… Uno de ellos suele establecerse o coquetear con el lado oscuro y el otro intenta salvarle, pero al final todo se  enreda y el que estaba en el lado oscuro regresa a la luz y el luminoso se oscurece de golpe.

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Sin duda, la pareja más tentadora,   civilizada y cosmopolita de este listado es la formada por Robert Reford y Paul Newam. Y el triángulo sexual más hermoso, natural y divertido de toda la historia del cine es el que se produce entre ellos y Katharine Roos en Dos hombres y un destino. Denvernuestra atrevida y trasgresora protagonista femenina, pone fin a la relación al darse cuenta que la decisión de sus dos amigos la lleva directamente al precipicio, literalmente van al precipicio, mientras ella desea probar otras posibilidades.  La película trunca todas las expectativas de originalidad de Thelma y Louise; porque argumentalmente parece casi un remake de esta películaPero volviendo a nuestra pareja, nos gusta constatar la falta de competitividad entre ellos, la ausencia de dudas sobre su virilidad, no juzgan a su compañera de  aventura: son un trío en igualdad de condiciones. No hay impostura ni prejuicio… Los demás  miembros del listado son, tal vez, más comunes y prosaicos, menos abiertos, menos felices y más tradicionales en la forma de gestionar su relación y la relación con las mujeres, pero, no lo olvidemos, son «casi» tan sexys como Robert y Paul.

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La  pareja más actual, la última del listado,  son los dos responsables de la DEA, Body Holbrook como Steve Murphy y Pedro Pascal como Javier Peña, en la captura de Pablo Escobar en  Narcos,  Netflix. Sin duda, la relación entre ellos y la forma de balancearse entre la legalidad y ilegalidad en la persecución de narcotraficante son un cebo perfecto para ver la serie.  La realidad colombiana es muy dura para todo el mundo, pero para las mujeres es irrespirable. En los diez capítulos de la primera temporada no aparece ninguna mujer que destaque profesionalmente  o tenga un profesión definida. Solo hay dos personajes femeninos que se acercan a la idea de mujer independiente: una presentadora de las noticias en la televisión colombiana, pero su identidad dramática queda un poco desdibujada por ser la hija de un expresidente del gobierno de Colombia,  y la mujer de Steve, DEA,  que tiene que abandonar el hospital donde trabajaba en EEUU para seguir a su marido en la misión policial; esta circunstancia la convierte en una mujer tradicional. Las demás son prostitutas, amantes o esposas pacientes.  Valoren la importancia del personaje de Denver, en Dos hombres y un destino, 1969, maestra de profesión que decide romper con sus compañeros porque quiere volver a su trabajo.

Las pulp stories de Ralph Barby

Por: Tery Logan

El término pulp se refería en sus orígenes al tipo de papel barato, de pulpa de madera y sin guiollotinar en el que se imprimían publicaciones como Amazing Stories, Dime Detective, Weird Tales, Horror Stories y Black Mask, pionera del género negro. En su época de esplendor algunas de estas revistas llegaron a vender un millón de ejemplares en EE.UU. Pero más tarde, la pulp fiction pasó a designar el tipo de historias que se encontraban en estas revistas; una literatura de ciencia ficción, horror, western o suspense con tintes eróticos y violentos que ponían énfasis en la aventura y la intriga, dejando a un lado el diálogo y la narración, para avivar el interés del consumo popular.

«Una literatura de usar y tirar que nunca fue apreciada por la crítica académica, pero que, hoy en día, algunos insisten en reivindicar porque llegó su desaparición.»

Mercenarios de la escritura escribían a destajo, varios relatos o novelas al mes, en largas noches de insomnio, muchas veces con varias máquinas de escribir en las que iban avanzando en diferentes historias simultáneamente y firmando bajo varios seudónimos sobre monstruos de múltiples ojos, rudos detectives infalibles y alcohólicos, indios y vaqueros, tórridos romances imposibles, seres con tentáculos que surgen de las profundidades, femmes fatales irresistibles, visitantes del espacio exterior con no muy buenas intenciones, y tantas y otras creaciones que atrapaban la pulpa del cerebro de quien los leía. Así eran los habitantes que pululaban por las páginas de las revistas pulp, literatura barata y popular para las masas de clase media y baja, que vivieron su apogeo en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX; una literatura de usar y tirar que nunca fue apreciada por la crítica académica, pero que, hoy en día, algunos insisten en reivindicar porque llegó su desaparición.

La II Guerra Mundial y las restricciones en el uso de papel provocaron la subida de costes y la pérdida de rentabilidad. El Gobierno y parte de la población empezaron a ver los pulps con desaprobación, debido a sus altas cargas de erotismo y violencia. La atención del público se enfocó a los cómics books, las novelas de bolsillo, los shows televisivos, seriales radiofónicos y el cine de ciencia ficción. Pero, aunque desaparecieran las revistas, lo pulp se traspasó a la cultura popular posterior, como se ve en algunos cómics, el cine de Serie B, el gore, las películas de Quentin Tarantino (especialmente Pulp FictionKill Bill) y Robert Rodríguez (Planet Terror o Machete).

Ralph era capaz de escribir una novela en diez días. Tecleaba tarde y noche, pero más importante era el tiempo de pensar. Su máxima: “escribe deprisa y corrige despacio”.

Ralph Barby,  imagen de Wikimedia Commons

Ralph Barby, imagen de Wikimedia Commons

En un tiempo en que en España la palabra pulp no significaba nada, Ralph Barby (Rafael Barberán, nacido en 1939 en Barcelona y casado con la también escritora Àngel Gimeno) alentó el concepto. Además de valiente y prolífico autor, Ralph también es polifacético: trabaja la ciencia ficción, el oeste, el género policíaco, el bélico, y fundamentalmente es maestro del terror, género del que fue pionero en España. En literatura no había demanda de terror. Ellos la crearon. El terror tenía mucho éxito en el cine y estaban Poe, empezaba Stephen King pero en literatura de terror española no había nada; el equipo de Bruguera la hizo. Y entre ellos, se encontraba este gran escritor que fue niño pobre pero aplicado, con anhelos de ser químico y fan de los bolsilibros (o libros de a duro), que decidió escribir a raíz de conocer a la que se convirtió en su mujer: Àngels Gimeno. Fue ella quien le enseñó a usar la máquina de escribir para agilizar sus escritos, y mientras él escribía novelas, ella hacía las correcciones y acudían juntos a las bibliotecas para documentarse para las próximas creaciones. Les rechazaron 20 originales y aún tentados de tirar la toalla, resistieron. Fue una decisión sabia. Se vinculó a Bruguera para publicar la nada desdeñable cifra de mil novelas, de las que se vendieron 18 millones de ejemplares (15 millones en español y los 3 restantes en portugués) y como colecciones a destacar merece la pena nombrar: La conquista del espacio, Héroes del espacio, La conquista del espacio Extra, Escalofríos de terror, Más allá del miedo, Viaje al horror, Cartas a los espíritus muertos, Seminario de Ciencias ocultas.

Ralph era capaz de escribir una novela en diez días. Tecleaba tarde y noche, pero más importante era el tiempo de pensar. Su máxima: “escribe deprisa y corrige despacio”. Su incansable energía, su potente método de trabajo y su optimismo incansable hicieron que tras la caída de Bruguera, fundara con su esposa Ediciones Olimpic. Su talento pronto daría frutos y fue homenajeado en Sitges y Celsisus 232 en Avilés, nombrado socio de honor de Nocte (Asociación española de escritores de terror) y ganó el Premio Internacional de Valladolid, la Hucha de Plata, el Santa Joan- ONCE-Catalunya y el Premio Roc Bornat- relato -ONCE-Catalunya.

Ralph sigue en activo, editando algunas de sus obras, y como mecenas de los autores noveles que vienen golpeando fuerte, como es el caso del prólogo que ha escrito para el libro Relatos de una Logan, primera publicación de su autora Tery Logan. A Ralph le gusta pintar con palabras. Tanto es así, que el prólogo de su última novela La Baronesa va dedicado a su mujer, a su “compi”, un incansable pilar y profesional con quien vive en la casa que construyeron con lo que los libros les dieron. La Baronesa, historia vampírica de terror gótico con toques científicos que narra la historia de La Barones, nacida en Barcelona, de familia bávara huida del nazismo. Tiene la belleza de una diosa, y las mujeres la miran con recelo y los hombres la desean hasta la locura. Desbanca y domina a cuantos se le acercan y se deshace de quienes se oponen a sus deseos. Se convertirá en una rica heredera y se hará con el control de una multinacional farmacéutica. Todo para llevar a cabo su plan, un plan calculado con precisión que la convertirá no solo en la mujer más poderosa de la Tierra, sino en la más temida: la heredera del poder de la oscuridad, la inmortal novia de las tinieblas, la reina de la noche y la sangre, la soberana de los vampiros.

Ralph, no pares y sigue llenando al mundo con tus pulp stories.

Realismo sucio: fotogramas de lo cotidiano

Por: Tery Logan

El término lo acuñó Bill Buford (editor de la revista literaria Granta) como truco publicitario  pero la etiqueta de Realismo sucio se afianzó y dio solidez, reconocimiento y fama a los autores de este movimiento literario estadounidense iniciado en los años 70 que goza de casi tantos detractores como admiradores.

El Realismo sucio o cotidiano, también llamado ficción transgresora, pretende reducir la narración (especialmente en el relato corto) a sus elementos fundamentales tanto de lenguaje como estéticos, rozando el minimalismo (movimiento previo iniciado en el arte y la música que también alcanzó la literatura) retratando la realidad como un fotograma de la sociedad en la que los autores viven, donde lo bello no es sinónimo de hermoso sino de la autenticidad que denota vivir.

«Es posible, en un poema o en un cuento, escribir sobre cosas y objetos comunes y corrientes usando un lenguaje común y corriente pero preciso, e impartirles a esas cosas -una silla, una cortina, un tenedor, una piedra, un arete de mujer- un poder inmenso, incluso perturbador».

Raymond Carver

Son imprescindibles del Realismo Sucio: John Fante, Charles Bukowski, Raymond Carver, Richard Ford, Tobias Wolff y Chuck Palahniuk. Los actuales Bret Easton Ellis, Chuck Palahniuk y J.D. Salinger (en E.E.U.U.); Pedro Juan Gutiérrez, Fernando Vázquez Medina y Zoé Valdés (en Cuba); y Héctor Álvarez Sánchez, David de la Rosa, Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe, Juan M. Velázquez y Rafael F. Ruiz (en España). Cada autor le da un enfoque personal al Realismo: algunos son más “sucios” que otros, pero todos coinciden en esa tendencia a la sobriedad, a la precisión y a la parquedad en las palabras a la hora de describir.  Se basan en un lenguaje sencillo desprovisto de adjetivos que evita el uso de figuras retóricas, recurriendo a la frase corta con descripciones de manera soez, vulgar y objetiva del mundo que rodea al personaje para trasladar al lector a esas instantáneas de la vida cotidiana y común.

Los escenarios, los personajes y las situaciones son lo más insignificantes y habituales posibles (alejados del ideal del sueño americano aunque sin ahondar en reflexiones morales) quedando reducidos al mínimo, dado que los autores prefieren que sea el propio contexto el que da profundidad a su obra. Hay picos en la trama, sí, pero los sucesos son vulgares y nada extraordinarios que, sin embargo, reflejan las tragedias sordas que se resuelven en cada rincón de cualquier realidad. La historia toca su final sin resolver muchas cuestiones como metáfora de que la vida sigue su curso imperturbable y que pase lo que pase, nunca pasa nada. Esta falta de impacto de terrible desenlace exige la agudeza del lector para percibir cómo la mediocridad se destila a través de sus personajes: anti héroes, ausentes o perdidos en la sociedad, desesperados y rutinarios. El personaje puede aparentar ser “normal” pero debajo de esa máscara se esconde esa misantropía que poco a poco va floreciendo, donde se refugian temas como: sexo desenfrenado, alcohol, droga y caladas de marihuana, machismo y recurrente inclinación a tratar a las mujeres como meros objetos de placer y que desembocan en un evidente fracaso del estilo de vida americano.

“Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decía que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía”.

(De La Chica más guapa de la ciudad, por Charles Bukowski)

Sin duda, en la literatura como en la vida, es posible ser estiloso siendo sencillo, sorprender sin ser un gran innovador y brillar desde situaciones grises y oscuras.

Imagen de Pixabay

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